domingo, 21 de noviembre de 2010

Monólogos IV

¡Ay de mi y de mi suerte solitaria y de mis emociones a media! En las noches pesadas y lentas, desearía poder humillarme ante alguna de ellas, mostrarme tan insignificante como soy en realidad, no es humildad es brutal realidad, mas no puedo, mas no encuentro quien valga la pena, quien pueda ponerle comienzo a la condena y fin a mis miedos y necesidades animales. Desde hace algunos años una amarga tristeza y experiencia me acompañan de invierno a invierno, ocupando todas las horas sin sol, mis días se descuentan de a uno, segundo tras segundo, y no he logrado poner en practica lo aprendido. He llegado a la nefasta conclusión, que son mis miedos primitivos los que me impiden concretar algunos de mis mas absurdos deseos. El amor se hace y construye de a dos, y yo no soy mas que una patética sombra ingenua, tan inocente como culpable, por eso me sujeto al amor de a uno, al propio, a la garra y a mi corazón, que a pesar de todo aun late con fuerza y coraje.