lunes, 15 de noviembre de 2010

Monólogos I

Y en la tumba de mi primer amor ya no hay espanto ni dolor, tampoco ardor ni rencor, solo una vieja ilusión destrozada y pisoteada. Ella y todas las demás descansan bajo tierra, tiemblan bajo mis pies, y con ello buscan hacerme temblar a mi, pero no podrán, yo acostumbro a temblar solo cuando el frió me quema los huesos, mi piel es solo un instrumento, nadie pudo hasta hoy llegar a lo cierto y a lo incierto, penetrar mas allá de mi carne y mis huesos.
Lo importante aquí son los resultados, si de merecimientos vamos a hablar, prefiero callar... Una gran lección, eso es todo lo que puedo sacar. Mi resultado, ese que espera ser asimilado y descompuesto, para poder sacar solo lo bueno. 
Querido amigo, tu que siempre has marchado conmigo, hoy te tengo mi veredicto: sentencio a la , que en ti ardía querido corazón, a prisión. Y digo mas: libertad para tu naturaleza, pero me opongo rotundamente a que no pienses. 
¡Ay tu no razón! A esa maldita quiero encerrarla, el destierro seria muy cruel, mas bien que sea cadena perpetua, eso... Eso le cuadra perfecto a ese pequeño gran defecto.