miércoles, 17 de noviembre de 2010

Monólogos III

Millares de locuras me atacan, se me tiran encima con el solo pensar, y esto de hablarme a mi-mismo no es nuevo. Uff... Es un viejo juego en el cual repaso lo malo y lo bueno, y lo no tan malo, y lo no tan bueno, y lo gris y lo blanco y lo negro, y los sin colores de otros tiempos, de esta forma me critico, me reprocho (en vano), me felicito (también en vano), y me doy consejos distantes, útil e inútilmente, cual experiencia que llega cuando aparentemente ya es tarde, pero siempre se puedo aprender del error cometido, si así se quiere. 
Y esto es mucho mas que tragicómico, reírme o llorar seria poco, muy poco. 
Nunca te conté esto, pero yo se la verdad sobre ellas, ellas mienten siempre entre dientes, y manipulan con su belleza temporal, buscan ser adoradas, y si encima son inteligentes, lograran poner a cualquier niñato de rodillas. Ahora ya lo sabes, y recién ahora lo comprendo, por eso es que voy a seguir sosteniendo el camino que elegí, sin dudas el mas difícil de todos, por eso representa un gran atractivo para mi espíritu competitivo y combativo, es ese que el varón debe y tiene que caminar solo, haciendo honor a lo que siente y piensa, a su naturaleza, pidiendo tregua en alguna que otra noche, pero que no os olvide que el enemigo nunca duerme y que al otro día la guerra continua, y el camino sigue ahí, esperando ser trazado por pies descalzos, que deben hacer honor a lo que se siente y piensa, ofreciendo la vida misma y la carne para que ambas sean forjadas y empapadas en el espíritu de la legión. Aquí no hay mujeres, aquí ninguna de ellas debe molestar, la fidelidad es para con los iguales, para con quienes la ganen. Y ellas han jugado con lo mas integro de mi ser, mi fidelidad incondicional. 
Esto... ¡Esto es imperdonable!