lunes, 20 de diciembre de 2010

De los orígenes.

¿Y si de una vez por todas 
aceptamos que nuestro origen 
pasado es el mismo, es común?

Del infinito venimos, 
de las estrellas surgimos, 
y mi vida hoy arde, 
al igual que ellas lo hacen...

Lo que nos diferencia no es de donde venimos, 
esa es una cuestión relativamente vana, 
de ignorancia, de orgullos baratos. 
El contraste mortífero esta en la siguiente cuestión: 
¿donde queremos ir? ¿vamos juntos? ¿por separado?
¿que futuros orígenes queremos crear y dominar?

Espero que lo pienses y lo tengas siempre presente.

jueves, 16 de diciembre de 2010

De viejecillas y de jovencillas.

¿Por qué te deslizas a escondidas y de manera esquiva en el crepúsculo, Zaratustra?
¿Qué es lo que escondes con tanto cuidado bajo tu manto?
¿Es un tesoro que te han regalado? ¿O un niño que has dado a luz? ¿O es que tú mismo
sigues ahora los caminos de los ladrones, tú amigo de los malvados?» -
¡En verdad, hermano mío!, dijo Zaratustra, es un tesoro que me han regalado: es una
pequeña verdad lo que llevo conmigo. Pero es revoltosa como un niño pequeño; y si no le
tapo la boca, grita a voz en cuello.
Cuando hoy recorría solo mi camino, a la hora en que el sol se pone, me encontré con
una viejecilla, la cual habló así a mi alma:
«Muchas cosas nos ha dicho Zaratustra también a nosotras las mujeres, pero nunca nos
ha hablado sobre la mujer».
Y yo le repliqué: «Sobre la mujer se debe hablar tan sólo a varones».
«Háblame también a mí acerca de la mujer, dijo ella; soy bastante vieja para volver a
olvidarlo enseguida.»
Y yo accedí al ruego de la viejecilla y le hablé así (107):
Todo en la mujer es un enigma, y todo en la mujer tiene una única solución: se llama
embarazo.
El varón es para la mujer un medio: la finalidad es siempre el hijo. ¿Pero qué es la mujer
para el varón?
Dos cosas quiere el varón auténtico: peligro y juego. Por ello quiere él a la mujer, que
es el más peligroso de los juguetes.
El varón debe ser educado para la guerra, y la mujer, para la recreación del guerrero:
todo lo demás es tontería.
Los frutos demasiado dulces - al guerrero no le gustan. Por ello le gusta la mujer: amarga, 
es incluso la más dulce de las mujeres.
La mujer entiende a los niños mejor que el varón, pero éste es más niño que aquélla.
En el varón auténtico se esconde un niño: éste quiere jugar. ¡Adelante, mujeres, descubrid
el niño en el varón!
Sea un juguete la mujer, puro y delicado, semejante a la piedra preciosa, iluminado por
las virtudes de un mundo que todavía no existe.
¡Resplandezca en vuestro amor el rayo de una estrella! Diga vuestra voluntad: «¡Ojalá
diese yo a luz el superhombre!»

¡Haya valentía en vuestro amor! ¡Con vuestro amor debéis lanzaros contra aquel que os
infunde miedo!
¡Que vuestro honor esté en vuestro amor! Por lo demás, poco entiende de honor la mujer.
Pero sea vuestro honor amar siempre más de lo que sois amadas y no ser nunca las
segundas.
Tema el varón a la mujer cuando ésta ama: entonces realiza ella todos los sacrificios, y
todo lo demás lo considera carente de valor.
Tema el varón a la mujer cuando ésta odia: pues en el fondo del alma el varón es tan sólo
malvado, pero la mujer es allí mala.
¿A quién odia más la mujer? - Así le dijo el hierro al imán: «A ti es a lo que más odio,
porque atraes, pero no eres bastante fuerte para retener».
La felicidad del varón se llama: yo quiero. La felicidad de la mujer se llama: él quiere.
«¡Mira, justo ahora se ha vuelto perfecto el mundo!» - así piensa toda mujer cuando
obedece desde la plenitud del amor.
Y la mujer tiene que obedecer y tiene que encontrar una profundidad para su superficie.
Superficie es el ánimo de la mujer, una móvil piel tempestuosa sobre aguas poco profundas.
Pero el ánimo del varón es profundo, su corriente ruge en cavernas subterráneas: la mujer
presiente su fuerza, mas no la comprende. -

Entonces me replicó la viejecilla: «Muchas gentilezas acaba de decir Zaratustra, y sobre
todo para quienes son bastante jóvenes para ellas.
¡Es extraño, Zaratustra conoce poco a las mujeres, y, sin embargo, tiene razón sobre
ellas! ¿Ocurre esto acaso porque para la mujer nada es imposible? (108)
¡Y ahora toma, en agradecimiento, una pequeña verdad! ¡Yo soy bastante vieja para
ella!
Envuélvela bien y tápale la boca: de lo contrario grita a voz en cuello esta pequeña verdad.»
«¡Dame, mujer, tu pequeña verdad!», dije yo. Y así habló la viejecilla:
«¿Vas con mujeres? ¡No olvides el látigo!» (109) –

Así habló Zaratustra.


*107- Una paráfrasis y ampliación de las ideas sobre la mujer expuestas aquí por Zaratustra pueden verse en Ecce homo.
*108- Paráfrasis irónica del Evangelio de Lucas, 1, 37: «Para Dios nada es imposible». Son palabras del ángel Gabriel a María al anunciarle que su pariente Isabel ha concebido un hijo en su vejez.
*109- En la tercera parte, La otra canción del baile, Zaratustra usará este látigo para hacer que la vida -«una mujer»- baile.

lunes, 13 de diciembre de 2010

Que mal le sentaron las noches a aquel muchacho, ya sin sueño, sin compañía, no descansaba ni aun dormido. Y así, como simulando abrazar a un ser amado, me acurruco entre las sabanas y abrazo con alma y vida la almohada, que patético todo esto. Podrás ver, si observas con detenimiento, el latir de mis lamentos, ya viejos y rancios buscan arrebatarme, sin buenos resultados, eso que a menudo ni yo encuentro, pues lo presto o lo pierdo. A pesar de ya no tenerlo, o al menos no encontrarlo ni verlo, mi pulso indica que no estoy muerto, hay algo que no entiendo. Entre silencio y silencio pienso, te pienso, no creo ser merecedor de algo tan bueno.



sábado, 11 de diciembre de 2010


Tantas veces me derrumbe, 
lerdo, débil, abatido, 
eligiendo siempre el caer, 
para volver una y otra vez,
decidiendo no recibir apoyo alguno, 
como un masoquista,
un completo egoísta.

También elegí,
durante mucho tiempo, el esperar, 
que repugnante enfermedad, 
pues no hay nada que esperar, 
nunca hubo motivo para esperar. 

Perdí de mis mejores días
esperando y esperando
que algo ocurriera,
que algo rompiera
el silencio de esas mil cadenas 
que me cortaban las venas. 

Y así termino mi infancia, 
tragedia de por medio, 
en cada carta entregada, 
en cada carta botada.

Ya pasaron esos tiempos, 
casi sin darme cuenta 
salí de ese letargo obsceno, 
así como ingrese, sin notarlo, 
creo haber salido, 
tal vez esto no sea mas 
que el ojo del huracán.

Ya me veo volando otra vez 
por esas peligrosas alturas, 
mis mejores días son esos 
que transcurren en las violentas alturas. 

Esta tormenta tiene que ser la mía, 
arrojándome al abismo estoy, 
con poco por perder,
con poco que ganar, 
con mucho por apreciar y valorar. 

Y si logro aprender,
de una vez por todas, a planear, 
a dejarme llevar por las sensuales brisas, 
ingenuo, poco cuerdo, amable y adorable, 
en fin todo un lobo con piel de cordero, 
sin aparentar nada de nada, 
dejando ver solo una parte de mi verdad.

Brisas y mas brisas quiero, 
aullidos y susurros, 
y mas aullidos y mas susurros,
y muchos espejos, en el techo, 
en el piso, en las paredes, 
quiero verte tantas veces 
como me sea posible al mismo tiempo, 
quiero tu reflejo impregnado en el mio.

No, no, no me esperes, 
yo iré a tu encuentro 
en cualquier momento.


viernes, 3 de diciembre de 2010

Consejo a los hombres:

A los de corazón blando,
a los que dan y exigen,
a los que ocultan
su verdadera fuerza y virtud.


A los que matarían por amor,
a los que buscan con pasión.
A los buscadores y exploradores,
a los que agitan y conmueven corazones.


A los que caen y se levantan,
a los que han sufrido
en carne propia el dolor ajeno.


A esos les quiero dar una lección,
trata de amor, versos y manipulación.


¡Oh no, no! ¡Tres veces no!
Nada de esto necesitamos,
son puros engaños,
por eso adolecemos,
es de tanto y tanto engaño,
en el fondo sabemos
que tanto cuento es en vano.


Esa necesidad de vivir
con un guion pegado a la mano,
cometiendo mil errores pasados,
que estupidez la del genero humano.


Es la experiencia nuestra mentora,
y aunque suene a paradoja,
ella es una mujer,
y solo ella y vuestras madres
deben ser respetadas por sobre todas las cosas,
el resto de las mujeres son iguales,
crueles y engreídas, frías y ardientes,
adolecen falta de constancia
y humildad la gran mayoría.


Se calientan tan rápido,
y se enfrían tan pronto,
se creen eternas
mientras dura su juventud, ilusas.


Todo lo buscan controlar,
aparentar es su mayor habilidad.
Oh como detesto la belleza femenina,
a las mas bellas quisiera yo poseer.


No duden ni por un momento
que esta es nuestra verdad,
exigid siempre lo que se crea justo,
y si es posible por sobre la justicia,
dejando de lado la mezquindad,
pedid, pedid, ellas están para cumplir.

miércoles, 1 de diciembre de 2010

Oh, yo ya le he escrito a mis muertos y a mis vivos, y a los fantasmas trato de esquivarlos, aunque debes en cuando caigo en sus jugarretas, y me levanto sabiendo bien que no estoy exento de nada y que cada día voy a ser mas esclavo de mis palabras, pero ante tamaña condena me queda el obrar, única forma real de cambiar la realidad. Basta de sinsabores, basta de malos tragos, basta de sequías, basta. Punto y seguido. Quiero saborear, incorporar, vivir nuevos y maravillosos triunfos por sobre mis torpezas y defectos, quiero enarbolar ese estandarte de guerra glorioso que tanto identifica a los guerreros: Patria, Amor y Libertad. ¡Cuanta simpleza, cuanta exigencia!