Tantas veces me derrumbe,
eligiendo siempre el caer,
para volver una y otra vez,
decidiendo no recibir apoyo alguno,
durante mucho tiempo, el esperar,
que repugnante enfermedad,
pues no hay nada que esperar,
nunca hubo motivo para esperar.
Perdí de mis mejores días
el silencio de esas mil cadenas
que me cortaban las venas.
Y así termino mi infancia,
salí de ese letargo obsceno,
así como ingrese, sin notarlo,
Ya me veo volando otra vez
por esas peligrosas alturas,
mis mejores días son esos
que transcurren en las violentas alturas.
Esta tormenta tiene que ser la mía,
arrojándome al abismo estoy,
con mucho por apreciar y valorar.
de una vez por todas, a planear,
a dejarme llevar por las sensuales brisas,
ingenuo, poco cuerdo, amable y adorable,
en fin todo un lobo con piel de cordero,
sin aparentar nada de nada,
dejando ver solo una parte de mi verdad.
Brisas y mas brisas quiero,
y mas aullidos y mas susurros,
y muchos espejos, en el techo,
en el piso, en las paredes,
quiero verte tantas veces
como me sea posible al mismo tiempo,
quiero tu reflejo impregnado en el mio.