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domingo, 28 de noviembre de 2010

A los diferentes, a los "iguales"

Aquellos que se proponen superar la media de la Humanidad, la mediocridad, es decir ser de la misma especie que el Superhombre, deben de comenzar adoptando la muy sana costumbre de eliminar el principio de la falsa igualdad, hay destruir esa falaz ecuación, producto de unos cuantos retrogradas que se han visto beneficiados con tal mentira. Este hombre superior a la media, en su proceder debe de ser sordo, despiadado, realmente justo. Incluso cuando se este obrando por y para otros, estos no deben saberlo jamas, nada tiene que serles regalado, los demás también deben aprender a conquistar con sus propias manos. 

La verdad esta ahí y nadie la grita:
En el instante cero todos sois iguales,
en el momento que todo comienza a rodar,
unos subirán y otros habrán bajar, 
aquí se termina la (falsa) igualdad.

Necesaria es la eliminación de falsos sentimentalismos y del romanticismo, una vez mas deben de retornar desde lo eterno: el valor, la fidelidad, el honor, la disciplina y otros tantos inmortales sentires, que colaboraran en el restablecimiento del orden natural y el equilibrio, es decir, en la superación del orden actual.

¡Luchad contra ese legado moral que aun vive en vosotros y destruid así las mil cadenas que aprisionan al espíritu!

jueves, 18 de noviembre de 2010

Del perseguidor y el seguidor:

Muchas veces el hombre que sostiene, firme y corajudamente, pensares y sentires diferentes a los generalizados, se puede ver en la dificultad de ser perseguido por una chusma de imbéciles que alienta y enarbola la uni(de)formidad y la formación de individuos totalmente dóciles y vacíos de todo, tan llenos de nada. 
Cuando los nuevos sentires y pensares se consolidan en una idea firme y solida, y a su vez se multiplica en nuevas mentes y corazones, ganando ambos terrenos a fuerza de voluntad, aquí se produce el quiebre, se nos presenta la paradoja del perseguidor y el seguidor, ahora aquellos que alguna vez persiguieron y hostigaron aquellas posturas no generalizadas, hoy se ven como seguidores. Y es que de tanto perseguir, el hombre medio se acostumbra a seguir, siempre por detrás, esperando acoplarse a lo que conviene, por eso mas tarde o mas temprano el perseguidor puede mutar y volverse seguidor. La moraleja es la siguiente: quienes busquen alterar el orden de cosas actual, no se deben dejar llevar únicamente por el aplauso presente o a corto plazo, sino por el éxito a mediano y largo plazo, por el triunfo venidero, por la gloria futura.